Por estos días cerramos 2022 y empezamos a plantearnos metas para el nuevo año, recién estrenado. ¿Cuál es el mejor ritual para empezar con buen pie?

Cada uno da lo que recibe
Y luego recibe lo que da
Nada es más simple
No hay otra norma
Nada se pierde
Todo se transforma
(Jorge Drexler)

El 2022 fue un año complejo para los cubanos; nos enfrentamos a salir de casa y a convivir con la pandemia, se sumó el dengue, la explosión del Saratoga, el incendio de la base de supertanqueros en Matanzas y un huracán. Todo ello incrementó el desasosiego y el estrés en una cotidianidad llena de incertidumbres, azotada por una enorme crisis económica y social. Muchos hogares se enfrentaron al duelo por la migración de muchos de sus miembros, lo que, sin dudas, marcó un año difícil.

¿Qué podemos hacer para que este comienzo de 2023 sea con esperanza? Realizar un ritual de fin e inicio de año puede ayudarnos a dejar atrás lo que ya no necesitamos y entrar de forma más optimista en una nueva etapa, en un nuevo ciclo lleno de posibilidades. Este ritual también puede resultar útil para focalizar nuestras metas, siempre y cuando estas sean realistas, deseadas, y dependan, al menos en parte, de nuestra voluntad y esfuerzo.

Les propongo escribir sus propósitos para el 2023

Por ejemplo, si deseamos dejar de fumar, no valdrá con escribirlo en un papel o decírselo a nuestros familiares y amigos: si no tenemos la voluntad suficiente para sobrepasar las ganas apabullantes de encender un cigarrillo, difícilmente lo conseguiremos. Lo mismo si deseamos perder peso, sin una dieta saludable y ejercicios físicos será muy difícil conseguirlo. Y así con todo en la vida.

Los cambios no se producen por arte de magia, se producen cuando trabajamos para conseguirlos. Cuando imponemos, de manera inteligente, a nuestra voluntad sobre la tentación.

Los rituales simbólicos pueden ayudar a que nuestra parte menos consciente nos ayude con la transformación, dejando cargas atrás y echándonos una mano a la hora de definir nuevos objetivos.

Hay un ritual muy sencillo que nos puede ayudar a aclarar nuestras ideas sobre los cambios reales que deseamos. Se trata de coger una hoja en blanco y dividirla en dos partes iguales, marcando la división con una línea. En la parte superior izquierda pondremos el año que acabó y en la parte superior derecha el año nuevo.

Bajo 2022 pondremos una lista de aquello que queremos dejar atrás. Es decir, de esos elementos (personas, objetos, hábitos…) que no queremos nos sigan acompañando en la nueva etapa. Y bajo 2023 pondremos una lista de lo que queremos conseguir, todas nuestras aspiraciones. Pero, recuerda, sé realista.

Cada uno tendrá su “inventario” personal. Una vez escritos, toca compaginarlos, identificando si existe un equilibrio, pero lo más importante es que esas listas son solo para nosotros. No nos vamos a pasar todo el año obsesionados con ella, después de memorizar lo importante, la destruiremos. Ya sea rompiéndola en pequeños trozos o quemándola. De esta forma, entendemos que todo fluye o, como dice Jorge Drexler, todo se transforma.

Otra opción es romper solo la lista del año que dejamos atrás y conservar la de propósitos o deseos para el año que comienza.

Si vas a cambiar siempre hazlo por ti y no por otros, cerrar ciclos es importante porque significa despojarnos de lo que nos impide avanzar. Es necesario poner bajo llave capítulos de la vida para poder escribir nuevas historias.

Yo dejaré detrás las opiniones ajenas, los problemas que no me pertenecen, el miedo al cambio, el resentimiento y el temor a probar mis propias alas. ¿Qué dejarás tú?