El salón provincial exhibió variedad de estilos y formas en una muestra de más de 50 piezas.

El quehacer de los artesanos de la provincia volvió a las galerías de la ciudad con el XXII Salón Provincial de Artesanía Artística y Utilitaria Eduardo Martínez, que exhibió variedad de estilos y formas en una muestra de más de 50 piezas.

A pesar de las carencias y de la complejidad para acceder a las materias primas, la participación fue aceptable y confluyeron los más experimentados y constantes, con noveles creadores, fusión indispensable para garantizar la continuidad y poner en perspectiva la trayectoria y evolución de cada uno de ellos.

Una vez más sobresalieron los textiles, con técnicas como el tejido a croché y el frivolité, y los trabajos en madera, mientras que se extrañó el papier maché, solo con una pieza en concurso, y un desborde de la ingeniosidad en el uso de los metales; sin embargo, la exquisita factura técnica de la mayoría de las piezas y los diseños complejos hicieron de la cita un espacio para el disfrute visual.

A su vez, sirvió para homenajear, tal cual señalara en las palabras al catálogo Bárbaro Toranzo Gordillo, presidente del Consejo Provincial de las Artes Plásticas, a quienes por muchos años se sumaron al salón y hoy ya no están, entre ellos, Inés Pérez López, Iván Isern, Francisco Javier, María del Carmen Morales y Pedro Carral Daniel.

Las deliberaciones corrieron a cargo de un jurado integrado por Osvaldo Gutiérrez, Yuri Limonte y Mayslett Sánchez, quienes otorgaron un Gran Premio, otros tres galardones en igualdad de condiciones y varias menciones.

De este modo, el Gran Premio fue para Tapete y Mantel, de Raquel Bárbara Guillén, por “el rescate de tradiciones a través del desarrollo del tejido y la exquisita realización de la pieza, con la gracia del entretejido floral. Además, del uso cuidadoso de las técnicas del frivolité y el tejido a dos agujas”.

Recibieron galardones Y que baile Marieta, de Bárbara Marta Hernández Pino, trabajo de marquetería que “expresa los valores de la cultura tradicional cubana, demuestra el sano quehacer artesanal y capta la belleza del momento”, y Campo cubano, de Davier Burgos Pérez, que con “la técnica del pirograbado y el trabajo en relieve manifiesta un excelente despliegue y perspectiva, así como el logro atmosférico de un ambiente campestre cubano”.

Paternidad, con la técnica de talla en madera, del artesano Yoel Pérez Díaz, también recibió otro de los reconocimientos del certamen, debido “al oficio en la realización y la interpretación de la esencia paterno-filial”.

Las menciones fueron para Tapete, de Odalis Álvarez Fernández; Polvera, de Danny Daniel Beltrán; Árbol de la paz, de María Julia Ruiz; Hachero, de José Ramón Lima, y Títere de piso, de Mailín Cabrales.

Las obras permanecerán expuestas durante un mes.

Las instituciones culturales de la provincia acompañaron la cita y entregaron premios colaterales. El Fondo Cubano de Bienes Culturales galardonó a Davier Burgos Pérez con Campo cubano; el Comité Provincial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba a Yoel Pérez Díaz con Paternidad y la Sociedad Cultural José Martí a Y que baile Marieta, de Bárbara Marta Hernández Pino; Tapete, de Raquel Bárbara Guillén y Títere de piso, de Mailín Cabrales Véliz.